lunes, 30 de diciembre de 2013

¿Hay alguien ahí?

- ¿Hay alguien ahí? - Dijo, pero sabía perfectamente que nadie podía escucharlo.

Nicholas no sabía por qué había hecho caso a los idiotas de sus amigos, por su culpa ahora él estaba en ese oscuro salón, rodeado de telarañas, preguntándose cómo iba a salir de ahí.

-¿HAY ALGUIEN AHÍ? - Repitió, esta vez más alto.

Pero, como la vez anterior, sólo el eco de sus palabras le respondió. Se dispuso a buscar una salida, cuando un ruido le llamó la atención. Parecían susurros... Investigó por toda la habitación hasta dar con una extraña figura, parecida a la que sus amigos le habían regalado ese mismo día alegando que daba suerte. Entonces se acordó de lo sucedido hace apenas una media hora.

(Estaban dando una vuelta por las calles, ya estaba todo cerrado y no había ninguna luz. Iban solos, los 4, los de siempre: Nicholas, Thomas, Johnny y Logan. Habían llegado a un parque, cuando a Thomas, el más lanzado del grupo, se le ocurrió una idea:

- ¡Eh, chicos! ¿Véis esa casa de allí? - Dijo señalando a la casa del final de la calle - Podríamos entrar para ver que hay.

- ¿Estás loco? ¡Es la casa maldita! - Repuso Johnny, el más miedoso de los 4, y para el cual toda casa de mal aspecto estaba maldita - ¡Yo no pienso entrar ahí!

- Serás gallina...

- Estoy con Johnny, yo tampoco voy a entrar ahí - Dijo Logan.

- Eso nos queda a Nicholas y a mí, ¿echamos a suertes quién entra?

- Está bien. - Contestó éste.

Lo decidieron a cara o cruz. Y, para mala suerte de Nicholas, perdió él.)

- Maldito Thomas... es la última vez que le hago caso. - Musitó entonces Nicholas.

Seguía mirando por la habitación cuando el ruido sonó más fuerte, esta vez Nicholas puedo oír lo que decían los susurros.

- Ayuda... socorro...

"¡Viene de esa pared!" Pensó Nicholas, mirando la pared que tenía delante. Avanzó hasta ella y la toqueteó por todas partes hasta que oyó una especie de ''¡Click!'' y la pared se hizo a un lado.

Nicholas se adentró en esa habitación oculta, más oscura si cabe que la anterior. Por suerte sus amigos le habían dado una linterna, así que la sacó y alumbró la estancia.

Cual fue su sorpresa al ver, en el suelo, a una chica más o menos su misma edad, cubierta de polvo, con cardenales y cicatrices.

- ¿H-hola? - Murmuró Nicholas acercándose a ella - ¿Estás... viva?

Nicholas le vio entonces la cara, era de tez blanca, pecas alrededor de la nariz, no muy visibles; largas pestañas y labios rosados. Nicholas estaba decidiendo si le parecía guapa o no cuando ella despertó.

- ¿Q-qué? ¿Qué hago aquí? ¿Y quién eres tú?

- Primero, no sé que haces aquí; y segundo, soy Nicholas - Respondió éste.

- Yo soy Lucy, encantada, supongo.

- Igualmente, supongo.

Nicholas ayudó a Lucy a levantarse, y juntos salieron de la habitación.

- Oye... ¿por casualidad no sabrás cómo salir de aquí? - Preguntó Nicholas.

- Sí, hay una puerta... allí - Contestó Lucy señalando la pared de su izquierda.

Ambos se aproximaron a la pared, y Lucy fue palpándola hasta que se abrió una puerta que conducía a la oscura calle. Salieron y se dieron de bruces con una niebla abrumadora.

- Bueno, pues... gracias, por encontrarme y eso. - Susurró Lucy.

- Pero... - Dijo confuso Nicholas.

- Ya nos veremos, Nicholas. - Se despidió Lucy.

Y Nicholas se quedó allí, parado, viendo como Lucy se alejaba a través de la espesa niebla, sin nada que hacer o decir para que la chica de cabellos castaños y ojos grises se quedara con él en esa oscura calle, donde todo había empezado hacía sólo 1 hora.

Continuará...


''Sacado de mi extraña mente''
Att; Paula Herondale.


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